Los asentamientos, habitados desde el año 250 d.C., han sido hallados a la orilla de los ríos, con basamentos piramidales, canchas de juego de pelota y toda la parafernalia de Mesoamérica
Fruto del trabajo de salvamento arqueológico que realiza el Instituto Nacional de Antropología e Historia, se han registrado más de 200 sitios en el sur de Sinaloa, dando cuenta de la existencia de una cultura sedentaria que dio origen a la riqueza iconográfica del Complejo Aztatlán.
Los asentamientos, habitados desde el año 250 d.C., han sido hallados a la orilla de los ríos, con basamentos piramidales, canchas de juego de pelota y toda la parafernalia característica de Mesoamérica, informó en un comunicado el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Con base a estos descubrimientos, el arqueólogo Luis Alfonso Grave Tirado sostuvo que la hipótesis de que la cultura que se desarrolló en el sur de Sinaloa y el norte de Nayarit, es la que dio origen a la cerámica del Complejo Aztatlán (800-1350 d.C.), que se caracteriza por su riqueza iconográfica.
“Con estas investigaciones podemos establecer que algunos de estos elementos iconográficos son más tempranos en el sur de Sinaloa y norte de Nayarit que en la Mixteca poblana, los cuales datan de al menos el año 800 d.C.”, indicó.
Estas piezas, ricas en policromía y con un decorado de gran belleza, se han encontrado cerca de los ríos Presidio, Baluarte y en las marismas de Escuinapa, Sinaloa; así como en los ríos Acaponeta, Tuxpan, Santiago en Nayarit, señaló.
El especialista adscrito al Centro INAH-Sinaloa dijo que entre los asentamientos que resguardaban la cerámica figuran los sitios “Siqueros y Chametla, en Sinaloa; y San Felipe Aztatán, Tuxpan, Coamiles y Amapa, en Nayarit”.
El arqueólogo resaltó, también, la importancia de la arqueología de salvamento, ya que al reconocer el área en la que se hará una obra de infraestructura, se pueden identificar todos aquellos lugares que manifiestan una breve ocupación.
Mencionó que el sur de Sinaloa es una zona prácticamente inexplorada, pero que los trabajos de infraestructura carretera realizados en los últimos 20 años han permitido el desarrollo de varios proyectos de investigación.
Se ha identificado una gran cantidad de sitios con restos de casas y fragmentos de cerámica, la mayoría pequeños y compuestos de unos cuantos materiales, pero que aportan elementos importantes para entender la dinámica cultural que tuvo la región durante la época prehispánica, señaló.
Asimismo, indicó que se descubrieron asentamientos “de hasta 100 hectáreas, con presencia de arquitectura y abundantes materiales arqueológicos”.
Puntualizó, que durante la construcción de la carretera San Blas-Mazatlán se registraron 23 sitios arqueológicos, ocupados del año 500 al 1,350 d.C. Además, se identificaron 82 sitios en la llanura costera y 33 en una zona más al sur, entre los que destaca La Limonera, por su extensión y la presencia de estructuras de carácter monumental.
En la región Las Quebradas, por donde atraviesa la carretera Durango-Mazatlán, se registraron 85 asentamientos: 15 en el noroeste de Guadiana, Durango; 62 en la Sierra Madre Occidental, y ocho en la llanura costera del sur de Sinaloa, apuntó.
Añadió que en La Chicura, ubicado en la ribera del río Presidio, se ubicó un asentamiento relativamente grande, donde se encuentran los restos de un caserío disperso, en el que cada casa cuenta con su huerto.
Grave Tirado resaltó los hallazgos en el sitio de San Miguel, en Escuinapa, donde se encontraron los cimientos de una casa de forma cuadrangular, de siete metros por lado, construida con piedra de río y paredes de barras entrelazadas cubiertas con lodo. Ahí se identificaron 13 entierros humanos, la mayoría secundarios y colectivos, con dos primarios orientados hacia el este.
“La práctica de enterrar a sus muertos bajo el mismo espacio en el que desarrollaban sus actividades cotidianas nos indica un culto a sus antepasados directos. Las ofrendas consisten en vasijas miniatura, elaboradas especialmente para acompañar a los difuntos”, comentó.
Expuso, además, que -desde la época prehispánica hasta la actualidad- el territorio que va del río Santiago en Nayarit hasta el río Piaxtla en Sinaloa se ha conformado como una sola región, planteamiento que desarrolla en el libro “Y había tantas ciénagas que no se podía andar” (2012).
Las comunidades que conforman esta zona comparten diversas semejanzas, costumbres y tradiciones, así como diversas características geográficas, actividades productivas, materiales y patrones de asentamiento que les dan una identidad común, a pesar de la división política establecida hace 500 años, explicó.
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