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PGR PARTICIPÓ EN CLASURA DE LA SEMANA DE PREVENCIÓN DEL DELITO REALIZADA EN TETLANOHCAN

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Con el fin de concientizar a niños y jóvenes estudiantes sobre el daño que ocasiona el consumo de drogas en el organismo y las afectaciones de la narcodependencia en la vida familiar, la Delegación de la Procuraduría General de la República en Tlaxcala, participó en la clausura de la Semana de Prevención del Delito, realizada en el municipio de Tetlanohcan.

Con la asistencia de autoridades federales, estatales y municipales, se difundieron diversos mensajes a la población estudiantil inherentes a la prevención.

La representación de la PGR en el evento corrió a cargo de personal responsable del área de Prevención del Delito y Servicios a la Comunidad de la Delegación, mediante un stand informativo donde se entregaron trípticos para disuadir a los jóvenes del consumo de drogas, y subrayar la importancia de fortalecer los vínculos familiares, entre maestros y alumnos, así como la relevancia y beneficios de las actividades deportivas.

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CRÓNICAS DE YAUHQUEMEHCAN – Los burros: elementos de la cotidianeidad de los pueblos del siglo XIX

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CRÓNICAS DE YAUHQUEMEHCAN

Los burros: elementos de la cotidianeidad de los pueblos del siglo XIX
David Chamorro Zarco
Cronista Municipal de Yauhquemehcan

Hay dos escenas muy singulares en los evangelios en donde aparecen los burros en la narrativa bíblica del nuevo testamento. En primer sitio, la consabida estampa de José, el carpintero, llevando a la Virgen María sobre un pollino hacia la ciudad de Belén, justo antes del nacimiento de Jesús. Poco más de tres decenios más tarde, vemos nuevamente al burrito ahora llevando en lomos a un Jesús adulto y poderoso, entrando en la ciudad de Jerusalén, mientras sus muchos seguidores gritaban vítores en su honor.
También recuerdo, ahora desde la óptica de la ficción literaria, un bellísimo cuento del insigne Maestro Francisco Monterde relativo a un misionero —acaso Fray Junípero Serra—, a quien un campesino, movido por la piedad, obsequia al religioso un burrito para que pueda hacer menos penoso su andar por la sierra, pero el hombre, movido por su caridad y por su convicción, toma al animalito como su compañero de camino, sin atreverse a montarlo por no causarle ningún mal, pero suavizando su camino al ir platicando con el como si fuera verdaderamente su igual.
Naturalmente los burros llegaron al área mesoamericana procedentes del continente europeo. Dicen los doctos en la materia que los asnos proceden originalmente de África y llevan al lado de los hombres casi tres mil años.
Muchas personas que tengan la bondad de leer este pequeño trabajo, recordarán todavía que hace apenas cincuenta años, en el mercado público de Apizaco, Tlaxcala, era de lo más común mirar atados en los postes y en otros elementos del paisaje urbano a decenas de pollinos que venían de los pueblos de los alrededores, con la misión esencial de cargar las mercancías. Lo mismo sucedía con los arrieros que, procedentes de latitudes mucho más alejadas, utilizaban a estos y a otros animales para el traslado de diversas mercaderías. En lo personal, sé que mi abuelo, dedicado a la producción y comercio del pulque, utilizaba a sus burros para hacer llegar el preciado líquido a la ciudad rielera.
Los burros, por tanto, estuvieron presentes hasta hace muy poco tiempo en nuestra vida cotidiana. Nuestras condiciones de modernidad, la introducción y popularización de los automóviles y la conversión de nuestros pueblos en centros urbanos de mayor concentración demográfica, ha hecho que estos animalitos hayan ido desapareciendo del entorno de nuestra mirada cotidiana. Hoy, incluso estoy revisando algunos estudios que afirman con datos contundentes que, de no tomarse las medidas adecuadas, los burros pueden llegar a extinguirse, lo cual sería especialmente lamentable.
Ahora que hojeo algunos documentos históricos de Yauhquemehcan, encuentro muchas referencias a estos nobles animales, metidos en la vida colectiva de los pueblos del siglo XIX. Con ellos se trabajaba, en efecto, pero también se comerciaba, esto es, se compraban y vendían, como hacemos nosotros el día de hoy con algún automóvil. También, como el día de hoy sucede con los coches que se roban en las calles, entonces algunos cacos solían hurtarse los jumentos, lo que llevaba a los dueños, además de pegar el tremendo coraje, a comparecer ante el Ayuntamiento para pedir justicia, y gracias a ellos y a sus lamentables pérdidas, hoy tenemos referencia de otro aspecto de la vida cotidiana de nuestras comunidades.
No faltaba, claro está, el clásico defraudador alevoso que, pasando por algún paraje, tomaba a un burrito que estuviera paciendo, se lo llevaba lo más lejos que podía y luego hacía con él un buen negocio. Así le sucedió a Marcelino de la Cruz, quien acudió ante el Ayuntamiento de San Dionisio Yauhquemehcan el día 9 de julio de 1826 a acusar a un individuo de nombre Marcos, natural del pueblo de San Francisco Tlacuilohcan, quien le había vendido un burro a un precio de 11 pesos pero que, pasados unos días, un señor de nombre Marcelino José reconoció al animal como uno que le habían robado en la comunidad de San Pablo del Monte, por lo que se lo recogió y en consecuencia Marcelino de la Cruz demandaba que se le regresaran sus once pesos, más cinco reales, y la advertencia de que no se siguieran engañando a más pobladores con la treta.
Exactamente lo mismo le sucedió a José Manuel de los Santos, originario de la ciudad de Puebla, quien compró un burro al señor Manuel Isidro de la localidad de San Lorenzo Tlacualoyan, pero luego alguien reconoció al animal como uno que se había extraviado en la comunidad de Santa Úrsula Zimatepec, por lo que el quejoso pedía la restitución de su dinero y el encarcelamiento del defraudador. Esto acaeció el 23 de julio de 1828.
Por supuesto, también había mucha gente honesta, como es el caso del señor Joaquín Rojano, quien el 19 de febrero de 1843 acudió ante el Ayuntamiento a declarar que había encontrado un burro y que como no sabían quien era su dueño, lo había resguardado, quedando a la orden para su respectiva devolución.
Ahora, desde el punto de vista de los amantes de lo ajeno, parece ser que fue un botín apetitoso el robo de ganado y animales de tiro. Por ejemplo, el señor Hilario Pablo, originario y vecino del pueblo de Otumba, presentó denuncia porque en la comunidad de San Francisco Tlacuilohcan le robaron tres burros. Dice que en compañía de otras personas fue siguiendo el rastro hasta el pueblo de San Pablo Apetatitlán, pero que en el río se perdió toda huella, pero que sospechaba de un par de individuos, José Antonio Pérez y su hermano, quienes, a la sazón, eran desertores del ejército, por lo que no tenían ni un domicilio fijo y mucho menos un modo honesto de vivir.
El 24 de marzo de 1834 se presentó ante el Ayuntamiento de San Dionisio Yauhquemehcan el señor Francisco Castañeda, de la hacienda de Baquedano, a reclamar que el reo Marcelino Isidro Tapia, preso en esta jurisdicción, hacía poco tiempo había robado dos burros de la hacienda referida, por lo que se pedía justicia y la inmediata devolución de los animales.
Por último, también están los casos en que los animales se metían a los sembradíos y causaban diversos perjuicios a las cosechas. Tal sucedió el 11 de enero de 1822, en donde un individuo llamado Florentino Martín amarró a un jumento que estaba haciendo estropicios en su sembrado de haba. Luego llegó el que dijo ser el dueño del animal, de nombre Pedro Pablo, quien reclamó sobre tal actitud con groserías y otras malas palabras, yéndose incluso a los golpes hasta con un palo que traía en las manos, por lo que el agredido no tuvo otro remedio que sacar un cuchillo, con lo cual las cosas se calmaron.
Como se puede apreciar en estas sencillas estampas, los burros, jumentos, asnos, pollinos o borricos han estado muy presentes en la vida cotidiana de nuestros pueblos. En lo personal, me parecen muy desafortunadas las expresiones que hemos construido en torno de su supuesta poca inteligencia, de manera que para referir a alguien que no es nada listo, le tildamos de burro o decimos que los errores y omisiones de alguien no son más que burradas.
Ojalá hubiera esfuerzos sostenidos para fomentar la crianza de estos nobles animales y sobre todo que nunca olvidemos que desde hace siglos han estado integrados a nuestro ecosistema y a nuestros cuadros de vida cotidiana, y como dicen que no hay burro flojo para su casa, aquí dejo mi relato.
14 de enero de 2025
¡Caminemos Juntos!
#AyuntamientodeYauhquemehcan #Tlaxcala #Yauhquemehcan #CrónicasDeYauhquemehcan #CaminemosJuntos David Vega Terrazas

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Continúa la Coordinación de Desarrollo Agropecuario recibiendo documentación para la inscripción al programa PAISA de la SIA en Yauhquemehcan

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Continúa la Coordinación de Desarrollo Agropecuario recibiendo documentación para la inscripción al programa PAISA, de la Secretaría de Impulso Agropecuario Tlaxcala.
Amigo productor del Campo te invitamos a tramitar los subsidios e insumos como semilla y fertilizante, además de capacitación técnica.🌱
Acude a la oficina de Desarrollo Agropecuario que se encuentra en las instalaciones del SMDIF.📌
📆 FECHA LÍMITE 17 DE ENERO 2025.
9:00 a 16:00 horas.⏰
¡Caminemos Juntos!
#AyuntamientodeYauhquemehcan #Tlaxcala #Yauhquemehcan #SIA #CaminemosJuntos David Vega Terrazas

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El SMDIF de Yauhquemehcan invita a la 4° Campaña “Vida sin dolor, huesos y articulaciones”

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El Sistema Municipal para el Desarrollo Integral de la Familia de Yauhquemehcan invita a la 4° Campaña “Vida sin dolor, huesos y articulaciones”.🩻
Plaza del Huehue San Dionisio.📌
📅Del Lunes 13 al viernes 17 de enero.
⏰ 9:00 a 15:00 horas.
¡Caminemos Juntos!
#AyuntamientodeYauhquemehcan #Tlaxcala #Yauhquemehcan #CaminemosJuntos

 

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