Vía Regeneración

El diario español El País publicó un reportaje en el que describe, el modus operandi del narco en Tamaulipas, al que denominó un Ojo que Todo lo Ve. Relatando como su presencia está en todos y en ningún sitio

En Reynosa, la ciudad más poblada de Tamaulipas, una región fronteriza con Estados Unidos azotada por la violencia, el concepto había tomado un sentido literal: la policía ha desmantelado 39 cámaras de vigilancia que los criminales habían instalado en puntos clave de la ciudad para controlar los movimientos de ciudadanos y autoridades.

El Grupo de Coordinación de Tamaulipas, la conjunción de policías estatales y federales que trabaja en el Estado más peligroso de México, detuvo a dos personas que estaban instalando cámaras en un poste. Los “instaladores” de un cartel cuyo nombre no ha sido confirmado (aunque el grupo predominante de la zona son “los zetas”) reconocieron que habían colocado cámaras en 38 lugares donde se podían observar los movimientos del Ejército, la Armada, la policía y la PGR. Además de indicar que en un lugar, aun no revelado, habría personal a sueldo del narco monitoreando pantallas con la función de vigilantes

No es la primera vez que las autoridades se dan cuenta de que el ojo los vigila de cerca. En mayo, la policía ya había echado a bajo una red clandestina de una treintena de cámaras conectadas a Internet. La mayoría de los artefactos estaban instalados en postes de luz y teléfono. Como también ahora, las cámaras enfocaban las principales avenidas de la ciudad y centros comerciales y aparcamientos públicos. Nada se escapa de su control.

Tamaulipas (3,3 millones de habitantes) es un lugar convulso. Pese a poseer una potente industria manufacturera y un PIB muy por encima de otras entidades del país, el lugar está en ocasiones fuera de control porque los 17 pasos fronterizos que lo conectan con el vecino del norte son motivo de disputa entre dos de los carteles más poderosos, Los Zetas y el Golfo. Ante la conflictividad de la zona y al verse rebasadas por la capacidad de organización de los grupos criminales, las autoridades han tenido que pedir por la radio y redes sociales a sus habitantes que no salgan a la calle o viajen en coche por carretera debido a los enfrentamientos en plena calle que están librando los sicarios de ambas bandas, en combates pueden prolongarse durante días.

La fragmentación de los carteles tras la caída de importantes capos también ha motivado que micropandillas muy entrenadas operen por su cuenta, al margen de grandes corporaciones que las controlen. Sin embargo, por encima de ellas, atento a cada movimiento que pueda perturbar sus intereses, está lo que se conoce como la maña, una mafia casi imperceptible, sin nombre en los comunicados de prensa de las autoridades, que informa a través de niños en las esquinas, el oído indiscreto de los camareros en restaurantes y, ahora también, de cámaras de vídeovigilancia. El Ojo que Todo lo Ve ha ampliado la lente.